sábado, 28 de agosto de 2010

Dejar huella

El ser humano dedica su vida a probar que ha existido quizá en un vano intento por sobrevivir a la muerte. Pero la única manera de sobrevivir a la muerte que tenemos la mayoría pasa por dejar nuestros genes a la desendencia o bien quedar en el recuerdo de quienes nos han querido.

Particularmente, a menudo me encuentro absorta en el pensamiento recurrente de si se acordarán de mí, si pensarán que merecí la pena aquellos a los que yo sí recuerdo. Se puede decir que mi intención de agradar, de gustar, de no importunar a veces raya en lo obsesivo, es algo de lo que ya no soy consciente pero sé que está ahí. No es que no me muestre tal como soy, es que soy así. Cuando no conozco a alguien lo suficiente intento no ofender, que se sienta cómodo conmigo, voy con cautela porque no sé cuál es su grado de sensibilidad o sus inquietudes. En realidad, creo que es algo que cualquiera debería hacer y pura empatía. Y no es que no continúe haciendo lo mismo con la gente a quien ya conozco, de hecho sigue siendo igual, pero está claro que cuando alguien te tolera sabe tu forma de ser y, aquello que a priori pudiera resultar chocante o incluso cortante, pasa a ser simplemente un rasgo más de la persona con la que tratas. Mi conducta, como digo, no pasa por convertirme en un pelele, pero sí me siento bastante apesadumbrada cuando un gesto mío se toma de un modo ajeno a mi intención.

Al final todo se relaciona con mi superlativo sentimiento de culpa. Sí y no. Como decía, quiero dejar huella a mi alrededor, aspiro a ser querida y recordada por al menos quienes me importan o han importado alguna vez. Antaño solía pensar que marcaría diferencias con mi vida, que llegaría a hacer algo importante, quizá no como para entrar en los libros de historia, pero sí como para obtener cierto reconocimiento. Esas eran mis aspiraciones. Hablo de cuando no sabía lo que era vivir, simplemente me lo habían contado. Más tarde descubrí que el mundo del que me habían hablado no tenía mucho que ver con la realidad, era más bien un reflejo adornado y mirado con una luz especial. Pero eso ya forma parte de otra reflexión...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pégate un tiro, hija... qué existencia la tuya...

Claudia dijo...

Pégueselo usted si quiere, yo no estoy tan a disgusto, gracias.

Homer_Sexual dijo...

Siempre puedes escribir tu nombre en el tronco de un árbol, en el cemento fresco, o en alguna pared con un spray.

Es más barato y sencillo que tratar con personas!

Claudia dijo...

No me molesta ni lo ignoro, sí diré que soy bastante optimista, aunque puede no dar esa impresión. De hecho soy de las pocas personas que conozco que se levanta de buen humor :)

Siempre hay períodos excepcionales, eso sí. De todas formas esta reflexión no tiene nada de pesimista, creo...