jueves, 12 de agosto de 2010

Intuición

Pasamos la vida haciendo planes que cambiamos para adaptarlos a las distintas situaciones que se van sucediendo. Algunos somos de ideas más bien fijas y otros no tanto, pero todos buscamos algo. La perseverancia influye, la suerte o la casualidad y, aun así, tampoco es raro llegar a sentir que somos hojas movidas por el viento que se van encontrando en el camino.

Todos hemos tenido que lidiar con malas experiencias, malas situaciones, personas que no eran de nuestro agrado y que incluso nos han puesto alguna zancadilla, pero también todos nos hemos cruzado con gente con quien conectamos, hemos vivido situaciones agradables y compartido momentos dignos del recuerdo.

Resulta a veces paradójico lo perdido que puede estar alguien y de la noche al día sentirse encontrado. Puede que sean pequeñas cosas las que nos salvan, minucias que van cayendo en el colador y van haciendo poso hasta que éste es lo suficientemente grande como para afectar positivamente. Otras veces es alguien quien nos salva: algún familiar, un amigo, un desconocido, alguien que estaba en el sitio y el lugar adecuados.

Cada cierto tiempo, frente a distintas dificultades, intento verme a mí misma como a alguien independiente, idealizo una figura que no necesita socializar para ser feliz y plena, aunque la realidad sea otra bien distinta. De hecho, últimamente hago caso a mi lado social, aunque no sea la persona más abierta del planeta, al menos a priori. Lo que nunca dejará de sorprenderme, pese a haberlo vivido en más de una ocasión es cómo hay ocasiones en que coincides con otra persona con la que conectas desde un principio, casi oyendo ese "click". Con conectar no me refiero a que esa persona sea tu alma gemela, comparta todos tus intereses o vaya a ser el amor de tu vida, me refiero a que es alguien con quien te sientes a gusto y notas puedes abrirte a ella porque se ha creado una unión profunda en cuestión de horas. No hablo de amor, hablo de amistades, hablo de uniones entre personas.

Me maravillan los misterios de la psique humana que hacen posibles estas conexiones. Supongo que tenemos sentidos de los que no somos conscientes y que detectan cosas que nos pasan desapercibidas si intentamos racionalizarlas. Esto quedaría explicado si tenemos más instinto animal del que creemos, que queda patente en ejemplos como este, cuando elegimos pareja o cómo sin conocer a alguien podemos sentir un rechazo irracional (aunque sea leve) cuando nos lo acaban de presentar y no puede estar fundamentado. Es la misma sensibilidad que nos dice de primeras si nos podemos fiar de una persona o no. No es infalible, pues no es raro que nos podamos equivocar y que haya gente que nos decepcione, pero en general, solemos confiar en esta intuición, que suele dar en el clavo.

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