miércoles, 4 de agosto de 2010

A castillo derruido...

Me levanto como un zombie, incluso me duele la cabeza como si la hubieran usado como coctelera. Paso el día somnolienta, como si no fuera dueña de mí, porque no tengo ganas de serlo. Algo mundano me agobia, en realidad son varias cosas. Como siempre, me imagino fuera de mi mundo, cambiando lo que me rodea para saber si puedo encontrar algo con lo que motivarme a seguir adelante con cierta ilusión, con ganas.

Ha sido un varapalo darme cuenta de que mis planes de futuro no iban a ser la seda que imaginé, pero estoy acostumbrada a estas cosas, y es cuestión de días el volverme a poner en funcionamiento con ilusión y expectación. Y ya lo estoy deseando, pero me siento insegura en mis pasos, han sido tantos los pasos en falso, que no puedo evitarlo. A veces me gustaría no tener que decidir, que fuera alguien externo a mi vida quien lo hiciera, pero es hora de tomar las riendas, aunque ello suponga equivocarse una vez más.

La verdad es que soy optimista, pero siempre queda un resquicio de inseguridad (en este caso no es pequeño) y en mi caso, además, un reparo que vino dado por el venirse abajo abruptamente el mundo que había diseñado para mi futuro.

Puedo correr, pero al menos tengo que hacerlo en una dirección, no puedo huír de todo. Si además esa dirección me permite llegar a algún sitio, aún mejor, aunque para ello tenga que dar un rodeo por querer evitar la gran roca que había en el anterior camino.

No hay comentarios: