viernes, 2 de septiembre de 2005

Sorbesesos

Sorbesesos: dícese del individuo (o "individua") capaz de maravillar a la mayoría de los mortales con una falsa apariencia y volverlos en contra de cualquiera que tenga dicho individuo atragantado.

Partiendo de esta premisa diré que sólo he conocido en mi vida individuos femeninos de esta especie, y como no son gratos, las llamaré individuas con todo rigor. A mi memoria ha llegado sin razón aparente los sucesos que acontecieron un verano-otoño-invierno-primavera de un año cualquiera de esta era:

Érase una vez una pandilla bastante heterogénea y al mismo tiempo, los miembros que formaban dicho grupo de amigos eran sin duda incalificables dentro de los cánones que rigen a los adolescentes, una panda de raros, vaya. Quiso el destino que por la misma época se unieran de forma fortuita a ese grupo personas que no tenían nada que ver entre sí, y que de hecho pocas palabras habían cruzado. Una de ellas era una sorbesesos, la otra una ingenua en busca de su identidad perdida en alguna parte. Tras ciertos rifirrafes con la abeja reina, ambos miembros femeninos fueron aceptados, e incluso se llevaban bien entre ellas y con el resto (con unos mejor que con otros, también es cierto). La sorbesesos era fea y gorda, quizá por eso algo acomplejada, aunque la realidad es que cayó en gracia a todos, pues era simpática y tampoco en un grupo de amigos lo que más se valora es la apariencia. La otra era grácil y con cierto encanto, aunque no estuviese acostumbrada a que se lo hicieran notar. Hubo movimientos en torno a la ingenua: un día me caes mal, pero al día siguiente te conozco mejor y ya me caes bien; un día me caes bien pero al siguiente te conozco mejor y ya no te soporto, pero claro es que no es posible caer a todo el mundo en gracia, o eso dicen.

Entre tanto la sorbesesos se abría camino. Las sorbesesos son muy trabajadoras e inteligentes, aunque nada de esto lo aprovechan para el bien, pues son las embajadoras de satanás en la tierra. La ingenua y la sorbesesos se caían bien, parecían amigas, e incluso se contaban secretos, quién sabe si todo era una ilusión y un tejemaneje de la "sorbona". Cierto día, la sorbesesos se declaró a un chico del grupo, un chico que luego vino a demostrar que carecía de ciertas luces (o puede que simplemente estuviera bajo los efectos de un "hechizo"), pero resultó que ese chico se había quedado prendado por la espontaneidad de la inocencia (ni que decir tiene que acabó enrollado con la inocencia, siendo ésta tan inocente que le calleron hostias por todos lados).

Vino a resultar pues, que mientras la sorbesesos se ganaba al grupo y se declaraba y se llevaba el chasco de su vida (supongo que aún será virgen la pobrecilla... o quizá no, las malas artes dan para mucho) también acrecentaba un odio atroz contra la florecilla inocente, quien sin comerlo ni beberlo se vio un día sin novio y con un solo amigo. La sorbona la dejaba constantemente en ridículo y hacía ver al atónito público que la florecilla la había tomado con ella y no paraba de molestarla y atacarla, cuando era justo lo contrario. La florecilla asistía a todo incrédula y atónita pues no podía dar crédito que aquellos que un día creyó amigos y novio hoy la trataran como si fuera el demonio personificado. El grupo se disgregó quedando 3 por un lado (florecilla, amigo y exnovio con reservas) y el resto por otro, con un volante de unión que unos días iba con unos y otros con otros, sin mojarse, pero que a la larga realistó (porque él se dejó) al exnovio para el grupo sorbido. La florecilla se culpaba de la disgregación, pues era el elemento de la discordia (propiciado por la distorsionada visión de un cristal ahumado) y había sido repudiada junto con aquellos que aún le tenían simpatía. Finalmente, la florecilla y su amigo permanecieron unidos sabiendo que ellos, aunque ella cuando ya fue demasiado tarde, habían sido los únicos que habían visto la verdadera cara de la sorbona, aquella que nadie quiere encontrar porque horripila tanto que hace salir despavorido, la que trata de ocultar con malas artes.

Moraleja: huye de los envidiosos y no intentes hacer ver a los demás que lo son puesto que seguramente el envidioso se habrá antepuesto a cualquier pensamiento tuyo y habrá prevenido a tus amistades de que irías contra él.

Sí, lo sé, no sirvo para contar historias...

viernes, 29 de julio de 2005

Hiperactividad (o algo así)

Estaba en la cama, pero con tantas vueltas de la cabeza no puedo dormir, los pensamientos no paran de asaltarme. Quizá si me desahogo un rato...

¿Por qué no puedes amarme? ¿Por qué yo soporto todo y tú nada? ¿Por qué parece que te doy igual? Arrastras su sombra como una losa de la que no estoy segura que quieras deshacerte. Quisiera poder otorgarte esa libertad que quizás necesitas..., aunque seguramente, al ya conocerme, prefirieras otros platos. Ahora iré a la cama y con un poco de suerte no convertiré mi sueño en una pesadilla soñando con ella, como tú debes de hacer aunque permanezcas callado.

Me siento totalmente fuera de lugar en el mundo, unas veces más que otras, claro. Supongo que en parte es la desesperación de analizar la situación por la que paso, aunque la anterior supongo que no era mejor ni mucho menos, por unos u otros motivos. No existe la perfección y la felicidad, al menos para mí, es demasiado fugaz. Por otro lado no fui educada para vivir en el mundo que me rodea, sino para vivir en una idealización, un reflejo amable de él. Eso hace daño. Alguien tenía que haberme dicho que la retroalimentación y la reciprocidad no existen, sino que todo se basa en una relación de dominancia-sumisión un tanto extraña. No creo que sea posible el equilibrio, y sin embargo, aquí estoy, buscándolo desesperadamente. Claro, que quizás si me hubieran enseñado esto en vez de que hay que buscar el equilibrio, yo no sería la persona que soy ahora: inocente y buena (o eso quiero creer), en demasía.

Como consecuencia de esto, y de otras muchas cosas que se dan cita en el caos que intento evitar, me siento sola. Es muy triste estar tan sola siendo que a la vez estoy acompañada.

Me voy ya, a ver si puedo dormir y evitar que esas lágrimas bajen por mis mejillas mientras trato de reprimir los pensamientos que se agolpan en mi cabeza. Además, sé que cuando me ves llorar te pones de mala leche y principalmente por eso ahora aparento estar serena.

Sólo quería desahogarme.

miércoles, 13 de julio de 2005

Cosas de críos

Si me pongo a pensarlo, tengo nostalgia de la infancia. Mi vida tampoco era perfecta (¿y la de quién lo es?), pero de críos no somos conscientes de que esa época con tan pocas preocupaciones no volverá. El caso es que recuerdo que las cosas también me afecaban mucho, supongo que la personalidad queda encaminada desde muy pronto. Lo que me gusta es recordar los juegos, cómo disfrutaba y lo bien que lo pasaba. No es que me cambiara ahora por entonces, pues crecer y evolucionar tiene su encanto, a pesar de las dificultades, pero cuando estas cosas me vienen a la mente, se me dibuja una sonrisa en la cara.

A veces, desearía coger a todas mis amigas e ir a saltar a la comba, jugar a la goma, echar un rescate, un escondite y cosas similares. Hemos crecido, ¿y qué? Yo seguiría disfrutando igual, y las risas estarían aseguradas. También recuerdo a mi madre pasándolo bien jugando conmigo, y es que, creo yo, que el jugar no tiene edad. Al crecer seguimos jugando, aunque no son los mismos juegos, son otros propios de adultos, quizás más reales y puede que más arriesgados, pero con el mismo grado de diversión, o quizá más.

En cualquier caso, viene bien rememorar, y no está de más revivir si se tiene la oportunidad. ¡Cuidado con partirse las piernas!

martes, 12 de julio de 2005

Hoy será un día largo

En primer lugar, a los que entran a dejar mensajes del tipo "poco hay que contar en tu vida", les diré que nunca he presumido de llevar una vida plena o interesante en ningún sentido, y que si entran aquí es por que quieren, así que que al menos tengan la mínima decencia y el tacto necesario para no molestar.
Hoy me he levantado como cada día, pero como se ve que ando falta de luces, va para la segunda vez en este mes que olvido tomarme mi pastilla milagrosa de cada mañana. Hace dos semanas me pasó igual. Normalmente, cuando me pasa, no suelo darme cuenta hasta que empiezo a notar los efectos, pero hoy me he dado cuenta de camino al trabajo. Peor, porque ahora estaré pensando antes de que me lleguen esos efectos, y seguramente se acrecienten (la pescadilla que se muerde la cola). Pero es que tengo miedo. El otro día llegué a casa que creía que me moría, me sentía tan sumamente mal en todos los aspectos que llegué llorando y desfallecida. No sé cómo coño voy a dejar estas pastillas, al menos conseguí reducir la dosis diaria sin verme afectada.
Pese a que lo odie, al final no me va a quedar otra que ir al psiquiatra. Uno nuevo, pues estoy en un sitio nuevo, y como siempre, no resultará, aunque espero que sí (la esperanza es lo último que se pierde, ¿no?). Ya me están viniendo calores, aunque ahora ya no sé si es sugestión o efecto real. Hasta las 8 o más tarde no llegaré a casa...

lunes, 23 de mayo de 2005

Nada que contar

Lamentablemente paso por una época de bloqueo, para variar. El humano es un ser muy curioso, parece que le gustase sufrir. A mí creo que me debe gustar, aunque en realidad espero que no. Todos nos agarramos a una piedra del camino como si fuera lo único tangible, queremos tener una constancia, un punto de referencia en que basar el rumbo. Y aún así, qué difícil se hace seguir el camino, a veces parece que no se avanza y otras parece una cuesta arriba de 45 grados de inclinación. Pero al menos con esa piedra en la que apoyarse, no todo se ve negro siempre...

jueves, 19 de mayo de 2005

Precipicio

A lo largo del día hay muchos momentos en los que me siento tan vulnerable, con tanto miedo como si hiciera equilibrios en el borde de un acantilado. Los mareos tampoco ayudan. Menos mal que siempre hay buenos momentos que compartir.

martes, 17 de mayo de 2005

El Precio

Si explico que levantarme me cuesta un mundo, que mi mente vuela por sitios en los que no quiero pensar, que transformar en palabras mi pensamiento o simplemente hacerlo consciente es una tarea de lo más compleja, ¿me estoy refiriendo al precio de estas cosas? No quiero sumergirme de nuevo en la desidia, pero me siento tan egoísta pensando en esto al ver lo que me rodea... Hay demasiadas cosas que me preocupan tanto, que sin yo quererlo a veces el subconsciente pesa tanto que mis ojos dejan caer una lágrima.

Espero que el verano me dé un respiro, y entre tanto intentaré salir a flote como siempre hago, esperando que el trabajo que llevo hecho hasta ahora del curso flote conmigo. No quiero cagarla en lo único que depende sólo de mí. Intento no ser demasiado crítica, pues es natural que ciertos factores me influyan, especialmente si se trata de la muerte e alguien querido.

Trato de ser optimista, de verdad, pero es difícil, sobre todo cuando el pesimismo me rodea, y eso se percibe.

miércoles, 20 de abril de 2005

Mi gozo en un pozo

Hoy podría haber tenido un buen día, uno bastante majo al menos. He recogido 2 trabajitos con muy buena nota y la exposición oral en catalán me ha salido decentilla. Pero no. A medio día he ido a cambiar el coche de sitio y no estaba, la grúa había hecho de las suyas. Aún no entiendo cómo no tienen cosas mejores que hacer que ponerse a hurgar en un aparcamiento de estudiantes, que dejan el coche donde pueden por falta de espacio. Sí, estaba aparcado en un paso de cebra, pero ¿desde cuándo se necesitan pasos de peatones en los parkins? ¿Y los que estaban encima de la acera? Coñe, si es que no es un lugar de paso, ni nada, es un aparcamiento de una universidad, no una calle, y sirve exclusivamente a ese fin, porque por allí no hay otra cosa. Me han dicho que algunos de los coches que se han llevado estaban aparcados en plazas de minusválidos. Eso sí que lo entiendo, más que nada porque joder a una persona que necesita esa plaza, que está reservada para ella, es muy fuerte. Pero yo... En fin, que mira qué gran inversión para el dinero que recibí por mi cumpleaños. A veces me mataba a mí misma... y a otros también.

martes, 19 de abril de 2005

Falta de satisfacción

Quién no ha sentido alguna vez que no tiene control alguno sobre su vida, que no es más que un mero espectador. A mí me produce mucha ansiedad pensar en el futuro y el presente raro es el día que me llena. Me gustaría que para algunas cosas el tiempo volara y para otras se ralentizara, sería estupendo. Sin embargo me tengo que conformar con lo que hay y hacer sólo lo que está en mi mano, pues no tengo superpoderes. El control sobre la propia vida no es mucho, pero es suficiente. Cuando intentamos que aumente se nos escapa y es cuando llega la desesperación por no abarcar.

¿Por qué es tan difícil conformarse?

lunes, 18 de abril de 2005

Caperucita pocha

(Algunos recordaréis esta historia, ya que la escribí y publiqué hace cosa de un año. Ahí va de nuevo para que quede aquí).

Caperucita había crecido en su mundo mágico y perfecto. Tras el incidente con la abuelita y el lobo, todos eran amigos, incluso el cazador. Pero Caperucita estaba aburrida de estar cada día llevando la comida a la abuelita, estaba ya muy quemada, y sobre todo pasaba de llevar su capa roja, porque todos se la quedaban mirando y llegó un momento que ya no era plan.

El lobo le había enseñado a Caperucita los secretos del bosque, y por ello ella le estaba eternamente agradecida. Ella conservaba la inocencia de una chiquilla, a todos les parecía adorable. Iba por ahí con un cuerpo de adulto, pero actuando como de niña. Tropezaba en cada piedra que encontraba en el camino, pero decía que por algo había piedras en ese camino, así que iba llena de heridas. Paralela al camino, iba una moderna carretera, pero a ella le gustaba andar, aventurarse por el bosque, no creía en las moderneces de ahora.

Encontró un día Caperucita al lobo en el camino y, como siempre, éste le preguntó si iba a casa de la abuelita. Pero esa vez no, no llevaba cesta, simplemente estaba enamorada de aquél bosque y quería andar por él. El lobo la encontró en un estado lamentable. Como hacía horas y horas que paseaba llevaba los zapatos rotos, no eran apropiados. Su maravilloso pelo estaba enredado de internarse entre zarzas. Tenía arañazos por doquier y la nariz rota por haberse tropezado con un pedrusco y caer sobre otro. El lobo alucinó ante la dantesca imagen, sus tripas se revolvieron y clamó al cielo porque Caperucita, esa chica de buen corazón y mejor humor y dulzura, no merecía sufrir así. Aún así ella no había borrado su estúpida sonrisa de la cara, como si estuviera pintada en un cuadro, y dijo:

- Supongo que no estoy hecha para el bosque, igual que tú tampoco para la ciudad, pero no puedo evitar amarlo.

Una vez más el lobo se sintió frustrado. Caperucita no era buena, era gilipollas y encima masoquista, pero nadie podía cambiarla, así que se limitó a quererla tal como era y curar sus heridas a lametones, como siempre hacía.

domingo, 17 de abril de 2005

Un principio

El mundo es tan grande que nos perdemos en él. Cuando nos toca sufrir, nos perdemos en el sufrimiento y cuando nos toca gozar...

Esa es la sensación que me domina, lo grande que es el mundo y lo solos que estamos, como pequeñas burbujas en un vaso de agua.

Como sé que al mundo le da igual nuestra existencia, intento vivir para mí y de acuerdo conmigo misma, que no es poco. Elecciones que conforman una vida y que deben ser acertadas. Lo serán si sigo mis principios, no me gusta tener que arrepentirme. Si noto un sabor amargo, que no sea causado por mí, y espero que los demás no lo noten por mi causa: ése es mi objetivo para seguir adelante.

La vida tiene malo y tiene bueno, pero dentro de una u otra cosa cabe al menos una elección. Esto es lo que me consuela cuando me desespero.