martes, 8 de septiembre de 2009

Desolación

Y cuando, pese a los nervios, las inseguridades, los miedos... mi proyecto de futuro iba perfilándose y resultaba atractivo, en sólo tres días todo se desmorona ante mis ojos y no queda nada en pie, nada a lo que agarrarse. Ya sólo quedan mis convicciones y una débil esperanza que dé rienda suelta a mi ilusión.

Ahora, intento evitar que la humedad de mis ojos se convierta en llanto, en ese llanto que es como un diluvio torrencial porque cuando asoma lo hace de golpe, sin avisar y no se interrumpe hasta que se vacía del todo.

Esperemos que todo se vaya arreglando y que, como cualquier temporal, amaine y las nubes se retiren para dejar paso al sol.

Ojalá esto fuera el principio del verano, y no el final.