martes, 19 de octubre de 2010

Mezquinos

Los hay por todas partes, parece una invasión, pero es que hacen mucho ruido y se dejan ver más que los que no lo son... espero.

Ayer descubrían en Barcelona los cuerpos de una mujer y sus dos hijos muertos hacía días y el sospechoso no es otro que el marido y padre, fugado vete a saber adónde y cuándo. Los motivos importan bien poco, porque, sin entrar en la forma de ser de la mujer, no creo que unos niños hagan nada para ser merecedores de la muerte a manos de un padre. Los motivos estaban sólo en su cabeza, derivados de su propia mezquindad.

Hay quien es mezquino a tiempo parcial y hay quien lo es a tiempo completo, y se puede ser por afición o bien por frustración. Para ser un buen mezquino la regla de oro es dejar a los demás a la altura del betún, pero si es más abajo aún mejor. A algunos les gustaría tanto enterrar bajo tierra que acaban haciéndolo (véase el primer ejemplo). Pero no mezclemos churras con merinas, porque unos sólo atacan verbalmente y otros ponen algo más de su parte, lo que requiere ya un nivel de maestría que únicamente unos pocos elegidos pueden alcanzar. Y cuidado, porque a algunos les ves venir de lejos, se les adivina el pensamiento, se les leen las intenciones en los gestos, pero otros van camuflados y no los verás hasta que sea demasiado tarde.

Ya he tenido varias experiencias con mezquinos, hombres y mujeres de cualquier grupo de edad e indistinta consideración social, y la última ha sido hoy. No la he visto venir, con mis 30 años me han vapuleado como a una alfombra y ya de paso pisoteado un rato, que me vale el mismo símil. Normalmente huyo de dos tipos de personas: las que no van de cara, que ves que tienen algo oculto, y las que van de cara y no me gusta lo que muestran. Quien me la ha jugado no parecía ser del uno ni del otro, así que no creí que tuviera nada que temer ni esconder, pero su interpretación fue de Oscar. Ya había detectado ciertas rarezas o inconsistencias en la manera de tratarme, cómo un día actuaba de una manera y al siguiente era otro, pero todos tenemos lo nuestro y quien diga que no miente. En cualquier caso nada de aquello podía adelantarme lo que ha pasado hoy.

Para satisfacción de los psicoanalistas de baratillo, diré una vez más que soy una persona que me muestro de frente, sin dobleces y si carezco de buenas intenciones no es que las tenga malas, es que no las tengo de ningún tipo. Me porto bien incluso con gente que no conozco, pero es que pienso que así debería ser la gente en general cuando actúa de modo desinteresado. No había tenido mucho roce con él pero me interesaba su amistad porque yo le interesaba y me había tratado bien, o eso creía yo, porque en realidad todo ha resultado ser un montaje de bajo presupuesto pero de grandes recursos artísticos. No me duelen sus ataques sin motivo, no me duele su manera de juzgarme sin apenas conocerme, no me duelen sus mentiras y difamaciones (me indigna, pero no me duele). Me duele sentirme engañada, no haberlo visto venir y su falta de respeto hacia mí (y no creo ser la única digna de ella). Pero supongo que él es así y se comporta de ese modo ruin y mezquino no pocas veces. Ya digo, yo no le di motivos y no sé si todo formaba parte de un meditado plan, pero así sucede con los mezquinos. Cuidáos de ellos.

3 comentarios:

fairytales dijo...

No sé que es lo que te habrá pasado pero de esos hay muchos por la vida. Una ya no sabe si confiar en la gente o simplemente pasar y que sea lo que sea.
Tómalo como una experiencia mas y recuerda para la próxima la cara de la falsedad.
Un beso guapa.

Claudia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Claudia dijo...

Pues ya te lo contaré, una gilipollez de tantas que tampoco merece la pena darle demasiada importancia, pero que me escamó bastante.

Un besito :)