domingo, 12 de diciembre de 2010

Tiempo y mente

Qué bonito es racionalizar los sentimientos, darse cuenta de que algunos son simplemente obsesiones sin base que los justifique más allá de algo que se nos coló en el subconsciente y nos despertó un raro impulso que aún perdura.

El cerebro debería venir con botones. Con que tuviera un ON/OFF y un DEL ya sería suficiente. A veces sería muy conveniente apagarnos y dejar de pensar en cosas que no nos llevan a ninguna parte que no sea el agobio o el sufrimiento, y otras estaría muy bien el poder borrar y donde hubo personas o situaciones determinadas que sólo quedase un hueco, un vacío similar a la silueta blanca sobre fondo azul que pone el Facebook como foto de perfil antes de que elijas una. Esto, aunque parezca una tontada, simplificaría mucho nuestra existencia, sería más fácil seguir hacia delante y ser felices, o al menos nos ahorraría cierta infelicidad y sufrimiento innecesario.

Pero no, nos tocó una mente privilegiada, nos tocó ser capaces de absolutas maravillas gracias a una extrema sensibilidad para lo bueno y lo malo, y en todos los aspectos. Al final, el sufrimiento también nos moldea como personas, nos da empatía o nos hace ser unos hijos de puta, eso dependiendo del individuo. Nos abre un nuevo abanico de posibilidades. Muchas de las grandes mentes de la historia dejaron patente su agonía, sus obsesiones, su melancolía, igual que otros lo hacían con su alegría y felicidad.

Al final, puede que el evitar el sufrimiento sea el motor de nuestra vida, lo que nos hace seguir al pie del cañón y buscar y preguntarnos, puesto que quien tiene siempre felicidad quizás está tan completo que no necesita moverse y descubrir. Pero esto no deja de ser una simplez que acaba de ocurrírseme, y en realidad la mayor parte del tiempo si estamos incómodos esa misma incomodidad nos bloquea y nos hace tener que pararnos a tomar aire para poder respirar y así quizá poder distanciarnos de nuestra miseria, y ahí es donde volvería a hablar de las bondades de las hipotéticas teclas mentales que debieran existir. Sin embargo, sólo contamos con la ayuda del tiempo, para disfrutar de lo bueno y dejar pasar lo malo.


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