miércoles, 12 de enero de 2011

Incidente

Érase una mañana de enero que Claudia iba a toda mecha a la universidad, pues no quería llegar tarde al examen que tenía. No era novedad que condujera deprisa o ansiosa, pues muchas veces salía con el tiempo justo o tarde para ir a clase. De temperamento nervioso y fuerte, acostumbraba a correr más de la cuenta e insultar para sí misma a cuanto conductor considerara inútil o que estorbaba. Afortunadamente, daba muestras de más paciencia y tolerancia cuando trataba de tú a tú con las personas. No es que normalmente hiciera bestialidades al volante o fuera conduciendo sin cabeza, se trata de un hervir de sangre, un motor que comparten ciertos conductores, especialmente si se trata de gente nerviosa y temperamental, comportamiento que se acrecenta si el sujeto en sí llega tarde o va justo. En la mañana que nos ocupa, Claudia tenía un examen, y aunque no fuera de los de estudiar, sus nervios son especialmente sensibles a estas situaciones. Todo transcurría con normalidad, o al menos la normalidad propia de su conducción, incluso iba bien de tiempo, hasta que al llegar al campus, aproximándose al aparcamiento, dos coches frenaron y pararon en plena curva a descargar pasajeros. Entonces fue cuando sobrevino la tragedia, propiciada por la ceguera de la histeria y el nerviosismo: Claudia, en vez de parar y esperar, se precipitó al sentido contrario, y al dar la curva un coche venía de frente. El coche paró, cosa que no hizo ella, siguió avanzando como si nada importara, quizá pensando que su coche cabría por el minúsculo hueco que quedaba entre el coche que venía por sentido contrario a ella y el que se hallaba parado en paralelo. Su coche, de hecho, cupo, pero no sin rasparse con el que venía de frente y dejarse así todo su lateral arañado.

Enseguida se dio cuenta de la barbaridad cometida, salió como de un sueño al notar cómo ambos coches chocaban entre sí. A su cabeza le vino "Pero, ¿qué haces, idiota?" y otras de similar categoría, mientras pensaba qué le habría hecho a su coche, al otro y que iba a llegar tarde al examen, justo lo que quería evitar. Se echó a un lado y paró, salió del coche y vio el resultado en su coche: una bonita banda blanca en la carrocería. Antes de dirigirse al otro conductor, que debía hallarse en estado de shock, cogió la carpeta del seguro y su bolso. Se aproximó al otro coche y vio que, por fortuna, tenía bastante menos que el suyo.

—Lo siento mucho— se disculpó, —ha sido culpa mía.
—Ya— contestó el desconocido que conducía el otro coche, en un tono conciliador, —es que no sé qué has hecho... algo que está muy mal.
—Sí, lo sé, lo sé... Es que vengo ahora a un examen y estoy nerviosa y tal, lo siento mucho.

El señor, resultó tener paciencia y no ser un energúmeno de estos que gritan y que más nerviosos ponen, así que Claudia le mostró el recibo de la póliza, le copió los datos y le dio su número de teléfono, asegurándole que podía llamarla en cualquier momento y que ella ya daba el parte de culpabilidad. Él debió notar sus nervios, porque enseguida la instó a irse al examen y además le deseó suerte. Ella le dio las gracias y se fue a aparcar, no sin cierta pesadumbre encima, pensando en mil cosas como el examen, el parte, la gilipollez que acababa de hacer...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya tela, Claudia, no por el golpe del coche(que me da igual), si no porque tienes un blog!

Claudia dijo...

Y tú quien eres? O_o

Claudia dijo...

Está feo no presentarse, aviso (manía de ser anónimo y no ponerse ni un alias), y tengo dos blogs, dos!!!

Anónimo dijo...

Un blog bastante incómodo de leer, por cierto. Las letras blancas sobre el fondo negro se clavan en las retinas.

fairytales dijo...

Vaya susto, no? Bueno, lo bueno es que no pasó nada grave. Te das cuenta de que todo lo malo viene de los pax?

Y el examen que tal fue?

Un beso enorme

Claudia dijo...

Un susto que yo sola me busqué. El examen bien, pero como depende del criterio subjetivo del profesor, veremos.

Besos, guapa.


Anónimo número 2: Ya te dije que sé quién eres. Yo que tú dejaría de intentar dar por culo. Si no te gusta, no mires, nadie te lo pide. Sin acritud.

Anónimo dijo...

Ahora soy anónimo número 3. *Oyes*.

LOL.

Anónimo dijo...

y yo soy el 4...

Vaya tela!! 2 blogs... pero si tu vida no da ni para una servilleta!!

Claudia dijo...

Jo, qué ilu, ya tengo mascotas xD

Anónimo dijo...

Qué intriga, ¿quién será el 4? ¡Yo sólo soy el 3!

Anónimo número 4, ¿servilleta de bar o de restaurante?

Pero no subestimemos el poder de una servilleta... ¡Florentino Pérez fichó a Zidane por medio de una servilleta!

Anónimo dijo...

Mascotas?
Blog?
tienes una vida interior apasionante!! lástima que nadie te haga caso....