sábado, 28 de noviembre de 2009

Tirando de mí

Paso ya de los 29 años y aún no entiendo por qué cosas que para los demás son tan simples a mí se me hacen tan cuesta arriba.

Estoy en un momento de mi vida delicado, como tantos otros, pues tampoco es la primera vez. A veces me dan verdaderas ganas de tirar la toalla, pero entre que ésto tampoco es fácil, y que tengo dentro algo que aún no me explico pero que tira de mí para seguir a toda costa, pues continúo mi aventura sobre este mundo, como cualquier hijo de vecino.

No me apetece estar sin hacer nada, pero tampoco me apetece hacer nada. No me apetece dormir (o más bien intentar dormirme es lo que temo), pero tampoco quiero estar despierta. Por supuesto, hablo en general, pues luego están esas pequeñas cosas que hacen que todo cobre sentido por instantes y que estar sobre la Tierra merezca la pena. Tampoco quiero ponerme trágica, cosa a la que tiendo bastante, simplemente expresar la desidia que me invade, el hastío y la monotonía y que, sin embargo, no logro juntar fuerzas para vencer, así que me entrego a ella casi por completo.

Y las "pequeñas cosas" que me dan satisfacción y llenan esos momentos de felicidad es la compañía. Supongo que no sólo es porque disfrute de ella, de socializar, de hacer vida más allá de las fronteras de mi mente, sino también e igual de importante en mi situación, diría yo, porque me distrae del trajín que se sucede bajo mi cráneo y que a veces me es tan sumamente difícil de llevar.

Y si no escribo aquí más a menudo es, simplemente, porque trato de evitar en lo posible estar sola con mis pensamientos, pues temo a esos que se cuelan de vez en cuando y que me hacen sentirme triste y desesperanzada, y no son pocos, que ya sabemos cuánto cabe en una cabeza...

No ha sido una vez, sino varias, las que en mi vida he llegado a lo que yo creía que era un punto sin retorno, y por ello he emprendido una huída, lejos de todo (no tanto, pero bueno), y creo que no sólo porque el entorno me agobiaba hasta asfixiarme, sino también para probarme que soy capaz (aunque siempre con ayudas y amortiguaciones, para qué mentir, el miedo es demasiado como para no cubrirme las espaldas) y para ver, finalmente, que allá donde voy encuentro de todo, exactamente como de todo dejo atrás, de lo bueno y de lo malo.

Tentaciones he tenido de abandonarlo todo, pero no me termina de cuadrar. Me apetece hacer el gran esfuerzo que va a ser para mí acabar lo que empecé (Traducción e Interpretación) e intentar asentarme por fin, para demostrarme que soy perfectamente normal y no un bicho raro, como suelo pensar.

No hay comentarios: