jueves, 29 de octubre de 2009

La huída de noche

Cada noche huyo del presente y del pensamiento en el futuro, huyo de mí misma. Necesito evadirme de la realidad de cualquier forma posible, y por eso no duermo. Ojalá durmiera.

Durmiendo escaparía del mundo real para sumergirme en el sueño, no sé si mejor o peor, pero seguro, pues cada mañana (o al menos cada día) uno despierta y ve que ya pasó, que ya acabó, a veces a su pesar. Pero el momento de mayor consciencia de uno mismo es el previo al sueño, el que yo trato de evitar, pues mi realidad hoy por hoy no es la que yo quisiera, la que yo quería ni la que yo quiero. Y el futuro, al menos el futuro inmediato, tampoco es muy alentador.

Quisiera ser más optimista, pero cada vez que me vuelvo optimista, que es mucho más a menudo de lo que puede parecer, acabo de golpe en el suelo y me hago mucho daño.

Al parecer mi problema (uno de ellos) es que soy demasiado sensible tanto a lo bueno como a lo malo, así que me ilusiono enseguida y me dejo llevar por la euforia, pero igualmente me hundo rápidamente cuando llega el jarro de agua fría y me vuelvo pesimista.

Pero todo acaba, tanto la euforia como el pesimismo, es cuestión de tiempo y voluntad para cambiar. Puede tardar más o menos, pero acaba.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta cómo escribes.... me gusta cómo transmites

Claudia dijo...

Gracias