jueves, 18 de junio de 2009

Mi cojera

Mi nombre lo dice todo: Claudia, del latín claudius que significa cojo/a. Y así voy por el mundo, buscando apoyos por todas partes. A veces me envalentono, pero es todo fachada o, como mucho, un intento de hacerme creer a mí misma que soy capaz, que soy merecedora de llegar a la meta. Bueno, no es que no sea capaz, o no lo merezca, pero eso sí, a los cojos nos cuesta más.

Bueno, en honor a la verdad, más que la cojera, es que para ir a cualquier lado doy un rodeo, me subo en una gran noria que no hace más que girar y girar pero siempre está quieta...

Luego, además, digamos que tampoco es que tenga yo una buena estrella que me guíe. A ver, que sí, que podría estar mucho peor, por descontado, pero es que a mí me gusta mirar a los que están más altos, no a los que están más bajos. Siempre me ha gustado el cielo, volar, las alturas, los sitios privilegiados, vaya.

Y sí, es bueno tener ilusiones, hacer proyectos, pensar y reflexionar... Lo que no es bueno es vivir de ilusiones, hacer castillos en el aire y dar mil vueltas a cualquier tema.

Vamos, que no tengo medida ni mesura, que voy a por todas, que no me sé dosificar. Le sumamos la relativa mala suerte, el que me tropiece cada dos por tres (y a veces con piedras ya conocidas) y que encima soy una eterna insatisfecha (entiéndaseme, que sí que me satisfacen muchas cosas, pero que siempre quiero todo y lo quiero ya), y tenemos como resultado a Claudia, una tía que va por el mundo con cojera, porque no le queda otro remedio.

Pero bueno, coja y todo sigo siendo yo, sigo adelante e intento vivirlo todo, porque en eso consiste y, además, pese a todo, esta coja quejica sigue sintiéndose privilegiada en multitud de ocasiones.