jueves, 30 de julio de 2009

Agobios

¿Cuál es el mejor método para evitar el agobio? Primero, debería definir lo que es el agobio en sí. Yo lo percibo como esa sensación de sentirse ahogado, con un nudo en la garganta, causada por algo psicológico lo suficientemente fuerte como para que se transforme en físico.

No nos engañemos en este aspecto: nos agobiamos nosotros, no nos agobian los demás. Cada persona actúa de una determinada forma, pero yo puedo agobiarme por algo que al de enfrente se la pela.

Yo me agobio por cosas como el intento de control que puedan ejercer sobre mí mis padres, la indiferencia de quienes me importan, el vacío de un día, la excesiva presión impuesta externamente o por mí, etc.

¿Y qué hago yo para evitar el agobio cuando lo siento? Mi principal objetivo entonces es no pensar, por lo que una siesta viene que ni pintada, igual que quedarme durmiendo incontables horas. Cuando estoy despierta no tengo ganas de hacer nada, ni siquiera de salir, todo me cuesta demasiado trabajo y me siento sin energía. Sin embargo, en muchos casos no basta con esto, ya que entro en una dinámica circular que se retroalimenta, ya que el no hacer nada de provecho y el perder el tiempo de mala manera también son para mí causas de agobio.

El truco es dar pasitos cortos para ir saliendo del círculo, algo que no es difícil cuando las circunstancias externas que percibo como desencadentantes de mi agobio han dado paso a otras que me provocan sensaciones más optimistas. Es bastante más difícil cuando las causas siguen ahí fuera o han dado paso a otras circunstancias que también puedo ver como causantes del mismo estado.

Pero, con tranquilidad, tampoco he sido nunca de las que se dan por vencidas, por mucho que eso signifique darse de hostias contra la pared una y otra vez.

domingo, 19 de julio de 2009

Ánimo

Estoy insegura ante el cambio inminente, tengo miedo, pero es algo normal. Lo que importa es la convicción y no olvidar el porqué y el motivo que me impulsa a seguir.

Tengo miedo no ya por lo que pueda encontrarme, sino por perder la perspectiva de mí misma y de lo que hay alrededor. No quiero dar pasos en falso ni tampoco volver hacia atrás. Necesito tener muy claro adónde quiero llegar y qué he de hacer para conseguirlo. Me niego a que la apatía me pueda.

Será duro, pues es fácil agobiarse, marearse, sentir vértigo y caer.

Ánimo.

jueves, 2 de julio de 2009

Humanidad

El ser humano está mal diseñado. Estamos hechos de forma que lo más fácil es que seamos infelices.

La vida, en teoría, es muy simple: nacer, crecer, emparejarse, reproducirse, y en el caso de las personas, estudiar y trabajar para lograr un dinero que haga posible todo eso. Cuanto menos se piense, mejor, pues quedaríamos plenamente satisfechos con nuestras funciones vitales, tal y como quedan el resto de los animales que están sobre la tierra. Un poco de cariño aquí, algo de comida allá, sexo del bueno y la realización del sueño que no sería otro que tener descendencia.

Sin embargo, no; tuvimos que complicarnos la existencia pensando demasiado, teniendo un cerebro privilegiado con el que dar vueltas al sentido metafísico de nuestra existencia mientras en él quedan grabadas todas nuestras vivencias a fuego, de forma que dan lugar a traumas, complejos, carencias, ideales, sueños, etc. Todo ello nos hará emprender una búsqueda a la que no siempre es posible poner fin, puesto que no siempre hallamos lo que buscamos, y tampoco siempre sabemos qué buscamos.

Lo que es peor de todo ello es que no pasa en un solo individuo, sino en cada uno de la especie, de forma que la interacción entre nosotros resulta muy compleja. Influimos en los demás aunque no queramos, del mismo modo que los demás nos influyen aunque no quieran, y con ello volveríamos al párrafo anterior, el de a qué dan lugar nuestras vivencias. Pero aún se complica más si hablamos de que dos personas se junten. Para ello tiene que haber química entre ellas, ambos tienen que estar muy dispuestos, tienen que ser compatibles en gran multitud de aspectos y además renunciar a parte de su individualidad, puesto que además de ellos mismos, deberán preocuparse del que está al lado suyo y de sus reacciones. Y de nuevo, volvemos al párrafo anterior, porque esto es el cuento de nunca acabar.

Total, que al final, para ser feliz no hace falta gran cosa, siempre que tu mente se conforme, claro.